Acabo de comenzar mi decimoquinto año encarcelada, y a lo largo de todos
estos cuatro mil y pico días me han hecho malvivir en once cárceles:
Fleury-Mérogis, Fresnes, Osny, Bapaume, Douai, Soto del Real, Ávila, Valencia,
Puerto de Santa María, Badajoz, y ahora Granada. En todas ellas he conocido
mujeres de todo tipo y condición, con algunas de las cuales me une aún una
fuerte amistad, diferente a la que se conoce en la calle, más profunda, más
callada, más fruto de sentimientos y entendimientos que de diversión, aunque la
sonrisa y la alegría no nos faltaron ni nos faltan nunca (no permitimos que eso
ocurra). Muchas de esas mujeres me marcaron especialmente, y con todas hablé,
compartí vivencias, sueños, deseos, realidades muy duras... y, sobre todo,
confianza. Ellas se abrieron de par en par y me ofrecieron sus hisorias, las que
nadie más conoce ni escucha, las que quedan escondidas, ocultas bajo las
apariencias o las buenas formas, e incluso maquilladas por la tinta de las
rotativas y los rótulos televisivos. Son historias que hablan de las debilidades
humanas, de los sentimientos, de lo que puede llegar a suponer para una mujer el
vivir encasillada, impotente, tolerando todo lo que una vida estereotipada nos
marca a cada una.
Edita: Zapateneo. Precio: 5€
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