Este texto es una invitación a tomar conciencia sobre un conflicto del cual, nos guste o no, ya somos parte. Es una invitación a posicionarse. A traer la guerra a casa, aquí, donde está el corazón palpitante de las políticas neocolonialistas. Porque la época de las guerrillas anticolonialistas no ha terminado, sino que se ha desvanecido nuestra disposición de reconocerlas.
La insurrección del Delta nos habla, nos pide cuentas por nuestro silencio y por nuestra complicidad. Los ultimátum se sintieron hace tiempo, uno detrás de otro, sin que nosotros dejáramos de fingir no oírlos.
Los guerreros del Delta tienen el orgullo, la dignidad, la desesperación y el coraje. A nosotros nos quedan sólo los privilegios y las coartadas. Ellos han empezado. ¿Qué queremos hacer nosotros?Así, sobre rápidas lanchas, con pasamontañas, fusiles automáticos y kalashnikov, los rebeldes del Delta pasaron al contraataque, saboteando a la industria del petróleo. Son la voz armada de una población entera, agotada por decenios de saqueo de recursos y por la represión militar que intenta truncar sus protestas con todos los medios disponibles. Luchan por el fin de la contaminación de sus tierras, para la indemnización por los daños sufridos y para la restitución del control de los recursos a las comunidades locales.
Este libro es un homenaje a su batalla.
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