EDICIONES AVERSIVAS

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jueves, 30 de enero de 2014

ENERGÍA A TODA COSTA. NUCLEARES, FRACKING Y RENOVABLES

- Vivimos en la edad de los hidrocarburos y por lo tanto este sistema se sirve de ellos para su subsistencia.[1]La Era del petróleo barato. Ya se lleva tiempo hablando del futuro agotamiento del petróleo, el llamado cenit del petróleo o de la campana de Hubbert…aunque por otro lado se siguen descubriendo yacimientos nuevos de petróleo[2], la demanda aumenta por los llamados países emergentes y la constante industrialización mundial. El problema surge cuando las reservas de petróleo y las expectativas industriales chocan, lo cual supondría un declive o un colapso de la sociedad industrializada. El paulatino agotamiento del preciado oro negro conllevará movimientos geoestratégicos en los Estados además de cambios tecnológicos en el afán de búsqueda y extracción de los yacimientos[3] por lo que el conflicto, la guerra neocolonial y la destrucción ecológica serán el cuadro típico en el que nos encontraremos. La verdad es que el futuro no es muy alentador y los Estados y las corporaciones energéticas lo hacen aún peor, todo en pro de seguir manteniendo a la bestia industrializada y devoradora de recursos viva. El calentamiento global debido a las emisiones de dióxido de carbono ha generado un nuevo producto de publicidad llamado “desarrollo sostenible” con la naturaleza y sus habitantes, por tanto, cualquier acción a la naturaleza que no libere CO2 será considerada como verde, pues no contribuye con el efecto invernadero y por lo tanto es limpia, un buen cuento realizado para las masas acríticas. Y para que el tren del progreso no descarrile hay que alimentarle a toda costa y ante todo.


Dentro de este “desarrollo sostenible” la energía nuclear tendrá uno de los papeles protagonistas. Hace poco el presidente del gobierno Rajoy viajó a la ciudad de Fukusima y dejo claras sus intenciones en materia energética además de hacer un alarde de ignorancia y manipulación diciendo que “el temor sobre la zona es infundado” y que espera “que mi visita ayude a disiparlo”. El alargamiento de vida de la central de Garoña y el nuevo emplazamiento del Almacén Temporal Centralizado (ATC) en el municipio de Villar de Cañas son las primeras pinceladas en la sociedad nuclearizada. Con la “convincente” excusa de crear puestos de trabajo y una buena inyección económica en las arcas públicas se pueden levantar montañas. También es posible que se reabran las minas de uranio de Salamanca y Cáceres. Sea como fuere, se está reavivando la veda nuclearista como posible candidata para paliar los efectos del agotamiento del petróleo a pesar de acontecimientos como el de Fukusima, ya que estos acaban siendo banalizados y ocultados en la medida de lo posible, ya no se habla de desastre sino de gestión de la crisis para evitar el pánico. Ya no se hablan de sus efectos sobre la salud y su permanencia sobre el medio físico miles de años, lo que se intenta es perdurar la estabilidad social, que no haya una alarma social que pueda poner en riesgo el orden establecido. También hablan de descontaminación de la zona y falacias por el estilo cuando saben que no existen métodos para acabar con la radiactividad, sólo para desplazarla. Las consecuencias de un desastre nuclear no desaparecen nunca, solo hay que echar un vistazo a la ciudad de Chernóbil. Confiar en lo nuclear es aceptar un mundo que implica  militarización del territorio, gestión de los desechos nucleares durante miles de años, alta tecnologización y deriva en los expertos, incertidumbre por la posibilidad de accidentes o ataques, fabricación de armas para el exterminio, centralización energética, aparato autoritario, devastación natural y de la salud…Apostar por lo nuclear es condenarse de por vida.

La fractura hidráulica (fracking) es un “nuevo” modelo de extracción de gas mucho más agresivo y contaminante que nos ha sido “exportado” de Estados Unidos  a pesar de los problemas para la salud y la naturaleza que allí causó. El gas convencional sigue el mismo camino de inestabilidad que el crudo, por eso se está teniendo en cuenta la extracción del gas pizarra mediante el fracking a pesar de sus riesgos. La fractura hidráulica consiste en la inyección en el subsuelo de toneladas de agua, arena y químicos a alta presión, hacia abajo y a través de pozos perforados a más de 2.000 m de profundidad. Esta mezcla hace que la capa de pizarra se fracture y salga el gas hacia el pozo. Se utilizan entre 72.000 y 210.000 toneladas de agua (200 camiones cisterna) y se inyectan en el subsuelo entre 1.500 y 4.300 toneladas de productos químicos por plataforma. La vida productiva de los pozos es de unos 7 años, después se tienen que abandonar y sellar. Los impactos medioambientales van desde seísmos a contaminación sobre el agua y atmosférica. Generan numerosos residuos por las numerosas sustancias químicas que se necesitan, además, el fluido residual generado por el fracking contiene varias sustancias toxicas provenientes del subsuelo: metales pesados (arsénico, cromo, plomo y mercurio) y sustancias radiactivas de origen natural (uranio, radio y rodón), bencenos y gran concentración de sales. Por cada plataforma estándar de 6 plazas se generaría entre 15.500 y 72.000 toneladas de agua residual[4]. Por lo que también se contaminarían los pozos subterráneos de agua potable (acuíferos) como ya ha ocurrido en diferentes zonas de EE.UU, sobre todo por su gran concentración de metano. También existe contaminación atmosférica pues se liberan grandes cantidades de componentes orgánicos volátiles y pueden formar nubes de contaminación conocidas como “esmog”[5]. El gas natural está formado en un 97% por metano, que es 23 veces más potente que el CO2 como gas de efecto invernadero. Durante la extracción del gas no convencional se liberan como perdidas gran cantidad de metano. Un estudio realizado por un equipo de la Cornell University de Ithaca (New York) ha calculado que el gas pizarra tiene unas emisiones de gases de efecto invernadero mayores que el carbón. Es decir, que la extracción de gas natural mediante fracking daña la salud y el entorno incluso más que el petróleo o el carbón, así que de energía limpia nada, como nos intentan vender. En el Estado Español ya se han concedido permisos de investigación en Cantabria (El permiso Arquetu), un área que ocupa 24.876 hectáreas en 9 municipios, y también en Urraca de Burgos, un área de 95.000 hectáreas, además de estar tanteando otros muchos lugares de la península. Los permisos de investigación implican perforación, y en el Estado Español ya se está dando luz verde a este tipo de aberraciones. La técnica del fracking está totalmente fuera del debate parlamentario, son proyectos estratégicos que están fuera del “interés general”. Según se vayan agravando las consecuencias de la crisis energética se recurrirá aún más a este tipo de gas no convencional y se pondrá en marcha toda la maquinaria mediática, represiva y legislativa. Por lo que no tiene sentido oponerse al fracking sin cuestionar el modelo económico, político y territorial que lo acompañan[6].  El llamado Estado de Bienestar y las sociedades modernas solo se mantienen con más crecimiento y más capitalismo, con más energía y destrucción.

También se ha hablado mucho de las energías renovables y de una transición energética “limpia” tras el declive de los hidrocarburos. Ahora quienes producen esa energía renovable son empresas multinacionales del sector energético.  No se potencia el autoabastecimiento para el consumo a pequeña escala, más bien se penaliza. El Estado Español pretende cobrar un impuesto a la energía solar y fotovoltaica y mini eólica, por lo que el autoconsumo será más caro que el suministro habitual. Quien no pague este llamado “peaje de respaldo” (término acuñado por Iberdrola) podrá ser sancionado con hasta 60 millones de euros. Su intención es acabar con cualquier posibilidad de autonomía energética por el beneficio de las multinacionales de la energía, ya que las energías renovables están bajo el dominio de la gran industria. Además para su construcción se necesitan materiales extraños, medios industriales ultratecnificados, una instalación y un mantenimiento que necesita ser frecuentemente centralizada, electrónica a todos los niveles, se necesita una red de fabricación de piezas…es decir, que se necesita de la industria, de los transportes y de tecnología punta para desarrollarse a gran escala. Las grandes empresas energéticas se han lanzado a la carrera de las energías renovables por las suculentas subvenciones proporcionadas por los Estado en su mayor medida. Lo importante para ellas es competir, y si es disfrazado de desarrollo sostenible y ecológico pues mejor para su imagen y sus arcas. Lo que se trata de producir son energías renovables industriales para su control y su venta. Por ejemplo, las centrales eólicas las controlas varias multinacionales en el ámbito estatal como Acciona, Iberdrola-ACS, Gamesa, Abengoa que junto a Endesa, Unión Fenosa, Isolux, Fersa e Hidrocantábrico poseen todos los parques de aerogeneradores que vierten a la red eléctrica[7]. Para paliar las bajadas de tensión se necesita el respaldo de centrales térmicas (grandes contaminadoras). Sus impactos medioambientales no son inocuos: deterioro del paisaje, muerte de aves por colisión (entre 3 y 64 aves y murciélagos por generador), ruido, señalización nocturna (efecto discoteca), campos electromagnéticos…                             La vida útil de un aerogenerador es de 20 años y los materiales con los que están construidos no son para nada renovables (plásticos, fibra de vidrio, hormigón…). Es decir, que de energía limpia nada, ni frena el calentamiento global, ni reduce el precio de la electricidad, ni la dependencia del petróleo o el gas, no sustituye a nada, es sobre todo un gran negocio en manos de unas pocas empresas que se sirven de la explotación del territorio, la fagocitación de subvenciones y para disponer de una fuente secundaria de electricidad controlada, capitalizada y centralizada.
Viviendo en este mundo donde se necesita de forma masiva para la producción y el consumo masificados más y más energía, cualquier parche o puntal que vaya decelerando la caída será apetecible para nuestra civilización industrial, ignorando sus consecuencias ambientales y para la salud.              

El totalitarismo energético engendrado por el capitalismo mundializado que se basa en la idea de progreso material ilimitado y en la tecnologización de todos los ámbitos de la vida, nos conduce a un ecofascismo propiciado por la militarización de la sociedad y la guerra geoestratégica por recursos energéticos y vitales como el agua. Las renovables como tal no son la solución de nada si queremos vivir en esta civilización del despilfarro y de la esclavitud moderna del consumo. Apuntalar y enriquecerse son sus consignas. Conforme los hidrocarburos y su extracción vayan en declive, la locura industrial y de los Estados hará todo lo posible para que su régimen de dominación y mercancía se mantenga aunque para ello tengan que arrasar el planeta y esquilmar todos los recursos, contaminando territorios y extinguiendo especies, todo en pro del progreso y el bienestar material.


[1] Del petróleo depende la construcción, la agricultura intensiva, la industria química, la farmacéutica y la agroalimentaria, la producción de asfaltos, fibras sintéticas, plásticos, abonos, plaguicidas etc. elementos indispensables para la vida artificial y obligatoria del sistema capitalista.
[2] Como en la amazonia peruana, donde las concesiones petroleras afectan ya a la mayor parte de los territorios de los pueblos indígenas y en numerosas áreas protegidas.
[3] En sitios inhóspitos como en la Antártida o en grandes profundidades, donde su costo de producción se dispararía al igual que los precios de este crudo.
[4] El Permiso Arquetu. Permiso de investigación para el fracking en Cantabria.
[5] Un estudio de Souther Methodis University concluyó que las actividades del gas pizarra generaban mas esmog que todos los coches, camiones y aviones de la región de Dallas-Fort Worth, un área metropolitana de más de 6 millones de habitantes.
[6] Revista Raíces numero 5
[7] Ibid 

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