Este libro recoge los testimonios de varios de los protagonistas de Diciembre de 2008, un momento cargado de un profundo trasfondo social, político e histórico que se enlaza con la historia de las luchas de los últimos treinta años. El libro, cuyo título – Maderos, cerdos, asesinos – es un popular cántico en todas las movilizaciones griegas, describe lo ocurrido en la Revuelta de Diciembre en distintos puntos de Atenas y en otras ciudades helenas y la participación de los anarquistas en ella. Dicha participación se caracterizó – y se caracteriza – por la práctica de la revuelta social sin mediadores y sin ilusiones de lograr cambios dentro del sistema existente, proponiendo la autoorganización contra cualquier tipo de organización jerárquica, proponiendo la contraviolencia frente a la violencia estatal y la solidaridad contra la individualización y las divisiones artificiales creadas por el poder.
Mucha gente adoptó métodos dinámicos de lucha y procesos de autoorganización, sin representantes y sin plantear reivindicaciones. Diciembre no sólo continúa una cultura de violencia política, también siembra una nueva tradición de autoorganización y dota un importante impulso social a organizarse desde abajo. Estos procesos de autoorganización no tienen la violencia asesina de la Policía como único objetivo, sino todas las expresiones de Autoridad: desde la forma en que vivimos, trabajamos, producimos o consumimos a cuestiones de salud, de medio ambiente, a todo. Todos los aspectos de la Autoridad son frentes de batalla para la gente que se autoorganiza y lucha desde abajo, no siempre violentamente, pero siempre contra el Estado.Edita: Klinamen. 330 páginas. PVP 10 euros.
Rebeldía, subversión y prisión política. Crimen y castigo
en la transición chilena 1990 - 2004. Pedro Rosas.
Edita: Septiembre Negro, 391 páginas. PVP. 6 euros.
física y psicológica, incomprensiones, pero aún así fueron capaces de doblegar cada
intento de aniquilamiento que el Poder les hacia caer. Y es de esta forma, que el
tiempo de encierro les dejó la gran satisfacción, de que pese a la cantidad de años
allí adentro, pudieron salir y decir que en ese combate desigual ellos vencieron. [...]. Motines, huelgas de hambre,
fugas, destrucción de cámaras de vigilancia y micrófonos, golpizas, secuestros, intentos de ataques armados,
explosivos, rescates a compañeros, redes, escribiendo, aportando en contracultura, replanteando conceptos, ideas y
prácticas, y por supuesto gestando nuevas vidas como homenaje eterno a los caídos, estas fueron una de las tantas
formas en que estos hombres y mujeres apalearon el olvido y el exterminio al cual el Estado chileno los sometía con
sus instituciones y fuerzas represivas.
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