-La
historia es sabia mientras no esté manipulada, y nos puede enseñar
muchas verdades, pero parece que olvidamos rápido o no nos gusta
reflexionar sobre ella. Dos acontecimientos y dos vidas paralelas que
confluyen en el tiempo y que están unidas inexorablemente gracias a
su poder de destrucción y devastación humana. La vida de estos dos
personajes de bandos “enfrentados” que realmente perseguían un
único fin, la dominación del hombre sobre el hombre.
Sus funciones como engranajes de la maquinaria, tanto de guerra y
exterminio como política y económica; el patriotismo exacerbado y
la ceguera provocada por la propaganda mediática dirigida por los
Estados, conseguían acrecentar una fe ciega en su deber y
mimetizarse en el contexto donde se desarrollaban los
acontecimientos, es decir, hacerse una pieza más de esa gran maquina
sin importarles a donde se dirige y su porqué. Eran un mecanismo más
y no veían las dimensiones de lo que generaban o podían generar, su
responsabilidad individual se diluía al no “ver” las
consecuencias de sus acciones. Aunque en algún caso no siempre era
así, ya que, somos seres que sienten y piensan, somo humanos aunque
nos pese, por lo que
podemos reflexionar y analizar nuestras acciones para saber que hemos
conseguido y si es humano
y digno lo que hacemos o hemos hecho.
El
de Adolf Eichmann no fue este caso. Eichmann fue un Teniente Coronel
de la SS nazis además del responsable directo de la “solución
final” y de los transportes de deportados a los campos de
concentración alemanes para su destrucción industrial. Por lo tanto
fue el encargado de la organización de la logística de transportes
del Holocausto. Al finalizar la guerra Eichmann consiguió fugarse a
argentina pero al poco tiempo fue localizado por agentes del Mossad y
fue llevado a Israel para ser juzgado y ejecutado posteriormente.
Peter Malkin, el agente del Mossad que le detuvo, declaró “lo
más inquietante de Eichmannn es que no era un monstruo, sino un ser
humano” o “Eichmann
era un hombrecito suave y pequeño, algo patético y normal, no tenia
la apariencia de haber matado a millones de los nuestros...pero él
organizó la matanza”, más
que matarlos les llevó a la muerte. Al final de su vida Eichmann se
defendió argumentando que únicamente se limitó ha ejecutar ordenes
de sus superiores (Himmler y Hitler) ya que debía cumplir las
estadísticas que le exigían y los judíos (también gitanos,
comunistas, anarquistas) eran para él simples “estadísticas”.
Exponía en su juicio “No hice nada por mi propia
iniciativa. Yo me limité a cumplir ordenes de Hitler y de Himmler, y
mi papel se limitaba a cuestiones de horarios y transportes” o
también “Tras la conferencia de Wansee, yo no me creía
culpable, después de esa conferencia mis sentimientos eran como los
de Poncio Pilatos, no era culpable de lo que ocurría, lo hicieron
los dirigentes supremos del Estado”,
aunque también se sabe que a finales de la guerra su superior
Himmler decidió acabar con los asesinatos masivos de judíos pero
Eichmann continuó dando ordenes de que se siguieran produciendo.
Eichmann era el gestor de las deportaciones a los campos de
exterminio para su eliminación institucional e industrial en las
cámaras de gas, una pieza maestra en la maquinaria
nacionalsocialista, pero sólo eso una simple pieza, pero que sin
ella la maquina fallaría. Realmente no se consideraba culpable de
los millones de asesinatos de personas en los que él participaba y
gestionaba. Su responsabilidad individual en estos hechos era negada
pues para él los ejecutaba la maquinaria estatal Nazi, y aunque él
era integrante de esa maquinaria y participaba en ella no se sentía
responsable de esas millones de muertes pues no las había ejecutado
el mismo (ya que no hubiera podido). Sin la infraestructura
político-militar-industrial que habían generado los Nazis nunca se
habría podido realizar, pero aún dada su pertenencia a un rango
elevado del aparato de aniquilamiento institucional-industrializado
siguió negando su responsabilidad ante los 6 millones de muertes que
producían, no los sentía ni veía, pero ahí estaban, y su
colaboración era innegable. Estos dirigentes y ejecutores eran
hombres serviles que aceptaban esos trabajos como cualquier otro y
que se excusaban apelando a las ordenes recibidas y a la lealtad;
también aspiraban a altos cargos de poder pues eran ambiciosos y les
daba igual perder su
humanidad. “Perdidos” por la división del trabajo y la
segmentación del proceso global ejecutaban las ordenes dadas, las
cuales en su conjunto se transformaban en una maquina totalitaria que
aplastaba como un rodillo sus objetivos basándose simplemente en el
principio de las maquinas: el máximo rendimiento. Como diría el
filosofo Günther Anders, “se convierten en
co-maquinales. La maquina originaria se expande, se convierte en
megamaquina”.
Claude
Eatherly fue el opuesto antagónico de Eichmann, pues acabó
asumiendo esa responsabilidad individual aunque la maquina le
dijese que había sido ella quien lo hizo. Eatherly fue un oficial de
la Fuerza Aérea del Ejercito de los EE.UU durante la 2º Guerra
Mundial y fue el piloto del avión Escalera al Cielo que
participo, dando la orden al Enola Gay, en el lanzamiento de
la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima en Japón el 1945. No
participó en Nagasaki. Años más tarde, Eatherly se empezó a
sentir culpable y horrorizado por las miles de muertes que la misión
en la que participaba había generado. Eatherly comenzó a sufrir
pesadillas donde creía ver los rostros desfigurados de quienes se
abrasaban en el infierno de Hiroshima, y un día intentó quitarse la
vida en un hotel de Nueva Orleans consumiendo una gran cantidad de
somníferos. Poco después ingresaría en el hospital militar de Waco
no experimentando mejoría alguna. Con el tiempo comenzó a cometer
algunos delitos, en un atraco que realizó no se llevó nada, y tras
su juicio, ingresa en un hospital militar para recibir tratamiento
psiquiátrico. Los tormentos de su conciencia fueron tratados como
fenómenos patológicos. El llamado “heroe de Hiroshima” pasa a
ser llamado el “piloto loco de Hiroshima”, y con el tiempo
comenzó ha relacionarse con círculos pacifistas y ha a cartearse
con Güther Anders que era un conocido pacifista e impulsor del
movimiento internacional antinuclear. Incluso llego a enviar billetes
en sobres y enviarlos a Hiroshima o ha mandar cartas a Japón
declarándose culpable o pidiendo perdón. Por lo que las autoridades
militares no tardaron en reaccionar y lo condenaron a la más severa
reclusión el el hospital de Waco para intentar silenciarle y
deslegitimarlo, poniendo siempre trabas y obstáculos a su salida.
Sus cartas a Japón pidiendo perdón y su publicidad antiatómica
molestaba bastante a las autoridades militares estadounidenses y que
mejor manera de anularlo que psiquiatrizando su conducta, encerrarlo
y medicarlo. Eatherly también era uno de esos engranajes de la
maquina y por tanto pertenecía a ella, pero no era ella en su
totalidad. Él se quería hacer responsable de las 200.000 muertes
que hubo en Hiroshima pero en realidad todos sabemos que fue
el aparato de guerra estadounidense y sus instituciones. Esa
culpabilidad viene de su humanidad, de su responsabilidad como ser
humano de “hacerse cargo” de sus actos, no busca difuminarse en
la maquina y en su funcionamiento, acaba derrumbándose al darse
cuenta de los horrores cometidos y su implicación en ellos. Eatherly
se sentía culpable de haber causado 200.000 muertes pero ¿es
posible sentir dolor por la muerte de 200.000 personas? Ni él ni
nadie puede pues no estamos preparados para concebir algo tan grande,
no podemos llegar a representárnoslo en nuestra conciencia. Al no
poderlo concebir no lo podemos hacer frente y por ello el
arrepentimiento que sentía Eatherly no era suficiente y por eso
acabó reaccionando con pánico y desorientación. Pero también es
un hecho que refleja que su salud moral sigue viva. Esa conciencia
del problema implica responsabilidad, al contrario de Eichmann que
negaba su culpabilidad y se la achacaba a la maquinaria ya que
el “sólo seguía ordenes de sus superiores”. Además, el piloto
de Hiroshima era anteriormente reconocido como un héroe en su país
gracias a su misión nuclear, para dar un golpe en la mesa ante el
mundo. A él le parecía angustioso ver que todos le veían como a un
héroe mientras él mismo se veía como un monstruo, y como dice
Günder Anders “tuvo que idear y hacer uso de otros métodos
para conseguir que se le diese su castigo” (los atracos
simulados) mientras Eatherly asumía “en realidad la sociedad no
puede aceptar la realidad de mi culpa sin reconocer al mismo tiempo
que su culpa es mucho más profunda”.
Eatherly
es el polo opuesto a Eichmann, no es su “hermano gemelo” pues
aunque los dos participaran en sendos genocidios, sólo el primero
reconoce que “aquello en lo que yo sólo he participado es
también algo que yo he hecho”, mientras que Eichmann declaraba
“yo no fui más que una pieza más de aquella maquina” o
“me limité a seguir ordenes” que son argumento que todxs
nosotrxs solemos utilizar para tranquilizar nuestras conciencias. En
la actualidad estos argumentos son bastante utilizados, desde el
trabajador de una fabrica de misiles al científico que diseña
nuevos componentes químicos que luego serán utilizados para
fabricar armas. También podríamos poner ejemplos más de calle como
el policía que reprime y tortura “porque es su trabajo y recibe
ordenes” o el agricultor que utiliza pesticidas y transgénicos
“porque maximiza los beneficios o le dan subvenciones”, así
podríamos hablar de miles de casos, de cada trabajo o cada cargo,
configurándose una fuerte cadena jerarquizada que abarca todos los
aspectos de esta vida tecnificada. Podemos estar trabajando en una
cadena de montaje poniendo tornillos a una pieza que luego servirá a
aviones militares para bombardear ciudades y nosotrxs sin tener idea
de lo que estamos haciendo, o trabajar en una empresa realizando
programas informaticos que luego puedan ser utilizados para rastrear
personas y eliminarlas...muchos trabajos científicos y técnicos son
luego empleados para el arte de la guerra y muchos
descubrimientos militares son trasladados a lo civil.
Con
independencia del país industrializado en el que nos encontremos
viviendo y de la política que ostente “nos hemos convertido en
criaturas de un mundo tecnificado”1.
La maquinización del mundo nos ha llevado ha convertirnos en
simples piezas mecánicas de la Megamaquina (Estado, Capital y
Técnica unidos), del imperio de la “maquina total” que avanza
hacia lo que llaman Progreso. Con la división del trabajo nos hemos
convertido todxs en trabajadorxs asalariadxs que no nos interesa en
absoluto el efecto de nuestro trabajo ni su efecto final, nos
limitamos a desempeñarlo lo mejor que podemos para que no nos
despidan y poder cobrar a final de mes. Acabamos siendo mera piezas
sustituibles de la maquinaria y no queremos ver las consecuencias que
producimos, tanto a nosotrxs mismxs como humanxs o a la propia
naturaleza. La división y la especialización del trabajo se han
transformado en una estricta división de responsabilidades ya que la
gente acaba siendo prisionera de sus trabajos especializados y
están separados del efecto final que provocan. Todos acabamos siendo
en su gran medida “Hijos de Eichmann” como decía Günther
Anders, unos hijos de la maquina cada vez más deshumanizados y
aislados artificialmente. La tecnificación de nuestra existencia nos
ha llevado sin saberlo e indirectamente a ser simples engranajes
especializados y reemplazables, y ante ello podríamos vernos
implicados en acciones cuyos efectos nos vemos incapaces de preverlos
incluso imaginarlos. Ésta situación esta cambiando nuestra
moralidad y nos trae la posibilidad de que seamos inocentes
culpables2;
esta nueva situación moral podría llevarnos a la catástrofe
personal y mundial, pues “las magnitudes de los efectos de
nuestra acción excede con mucho de nuestras facultades psíquicas,
en concreto nuestra imaginación”3.
Por que el triunfo de la técnica ha transformado nuestro mundo
(aunque inventado y construido por nosotrxs mismxs) en tal enormidad
y complejidad que nos es difícil crearnos una representación de
todo ello, por lo qué ha dejado de ser realmente “nuestro” pues
no llegamos a comprenderlo en su totalidad ya que tampoco entendemos
los procesos de los que formamos parte, siendo así sujetos ajenos a
su funcionamiento y su comprensión, por tanto haciéndonos ajeno a
él. La alienación que produce la técnica se da y se dará en todos
los sistemas políticos que funcionen como la megamaquina, ya sean
capitalistas o socialistas, si sus mecanismos de producción,
distribución y control son los mismos. No se puede simplemente
responsabilizar a la maquina de los hechos ni tampoco reprocharnos a
nosotrxs mismxs como piezas individuales, sin la maquinaria sabemos
que jamás se hubieran realizado los objetivos que se marcaron en
aquella época; pero sin las piezas individuales sí lo hubieran
hecho, pues gracias a la economía de mercado y al dinero siempre
habrá nuevas piezas en el mercado de trabajo para poder
sustituirlas, y en vez de un Eichmann o un Eatherly estaríamos
hablando de otros personajes con la misma función.
Ponemos
estos dos ejemplos antagónicos pero de similar consideración y
relevancia en la Historia para hacer entender que nuestro mundo
moderno funciona de idéntica manera, ya sea desde la
política, la economía o la ciencia, mientras la tecnificación y su
control avanzan de forma rigurosa y firme hacia el máximo
rendimiento y el crecimiento infinito. Vamos perdiendo
nuestra humanidad para transformarnos en apéndices de la
megamaquina, que a pesar de nuestra individualizacion social acabamos
acoplándonos y uniéndonos a la gran masa mecanizada y
asalariada. Podemos continuar y hacer como si no hubiese pasado nada,
o continuar y más tarde arrepentirnos, pero seguiremos arrastrándola
y cerrando los ojos ante la barbarie que producimos en serie. Nuestra
sociedad se rige como una maquina, y ésta maquina de la que hablamos
no es tan abstracta como parece, sólo tenemos que fijarnos a nuestro
alrededor y observar, ver en lo que nos estamos transformando y como
estamos transformando el mundo en un espejo de nosotrxs mismxs, es
decir, enfermo. Estamos destrozando la naturaleza y nuestro mundo
aunque no nos creamos participes de ello. Aunque la maquina siga
funcionando sin nosotrxs y seamos sustituibles, siempre
tendremos la esperanza de la difusión y el sabotaje; la maquina sin
Nosotrxs (Todxs) no es nada y se puede llegar a colapsar y
parar sí se rompen muchos engranajes, pero para ello tendremos que
tener Conciencia de lo que ocurre y de como funcionan las cosas en
este mundo. ¿Queremos ser hijos de Eichmann?.
1Günther
Anders. El piloto de Hirosima. Más allá de los límites de la
conciencia.
2Günther
Anders. Nosotros los hijos de Eichmann.
3Günther
Anders. El piloto de Hirosima. Más allá de los límites de la
conciencia.
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