Para muchas mujeres existía la ilusión de que la resistencia de las mujeres
ocurriría en un espacio liberado, lejos de la represión. Por una parte porque
como mujeres están acostumbradas a que nadie las tome en serio, por lo que no se
toman en serio ni ellas mismas. Y por otra, porque hay aspectos que seducen a
cooperar con el Estado: cuando la violencia contra las mujeres en parte se
reconoce como «delito» y se hacen leyes contra ciertas aberraciones de
violencias, como la pornografía, etcétera, pueden actuar juntas con la policía y
la justicia contra los violadores. Cuando los poderosos conceden a las mujeres
el derecho a defenderse contra ciertas «injusticias» sin por ello cuestionar el
poder patriarcal como tal, lo que persiguen es integrar la resistencia de las
mujeres y a la vez criminalizar y derrotar la lucha radical.
Octubre 2012
190 págs.
Edita Bardo Ediciones 5€
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